Presentamos el blog

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Un grupo de profesores y profesoras muy próximos a la Biblioteca tomamos la iniciativa de confeccionar este blog que se presenta con la finalidad de compartir experiencias en torno a la lectura. Es intención de los creadores de este blog que sea abierto a toda la Comunidad Educativa, tanto en la confección de las entradas como en los comentarios que puedan hacerse sobre los temas que se traten. Os invitamos a participar y convertiros en sus protagonistas.

viernes, 20 de diciembre de 2013

La primera canción de amor


 
La primera canción de amor
 
Hace más de 2.500 años, los habitantes de la ciudad griega de Mitilene se arremolinaban en medio de la plaza y se hacían señales unos a otros para que se guardara un absoluto silencio entre la multitud: una de sus conciudadanas acababa de coger su lira y se disponía a cantar. Las canciones de esta mujer eran muy famosas, tanto que su renombre ya había sobrepasado los límites de la pequeña isla donde vivía. Esta antigua aristócrata hacía una música tan bella que, cuando una revolución le quitó sus tierras, sus canciones le permitieron seguir viviendo con cierto desahogo. Si hubiéramos preguntado a alguien del público el nombre de la cantante, nos habría respondido “Psapfó”, pero hoy todos la conocemos como “Safo”, “Safo de Mitilene” o “Safo de Lesbos”, pues Lesbos es la isla que la vio nacer y en la que residió casi toda su vida.
Hace 2.500 años la manera en que la música se escuchaba y se difundía era muy diferente. Si las cosas hubiesen sido como hoy, Safo habría ocupado el número uno en las listas de ventas y sus canciones y vídeos habrían sido los más descargados de la red. Más aún: Safo habría conseguido lo que ningún músico actual podría ni siquiera imaginar: permanecer en lo más alto de las listas de ventas durante casi mil años. Más de un siglo después, Platón la consideraba “la décima musa”, y quinientos años más tarde un joven poeta romano le regaló a su amada, que era una “fan” de Safo tan incondicional como él, una traducción de las primeras estrofas de su canción más famosa, respetando la métrica, para que la joven pudiera cantar la canción en latín con la música original del griego.
 

Dama romana retratada “a lo Safo”

Pero los tiempos cambiaron, y con los tiempos también cambiaron los gustos musicales, las modas, la mentalidad… y hasta la lengua se iba transformando poco a poco. Cada vez era más difícil encontrar CDs de Safo – vamos a seguir sirviéndonos del anacronismo –, hasta que llegó un momento en el que desaparecieron por completo del mercado. Pero ya se sabe que las modas vuelven: cuando llegó el Renacimiento y el público demandaba otra vez este tipo de música, lo único que quedaba de la que había sido nº 1 en ventas durante diez siglos eran unas pocas carátulas viejas de algún CD ya perdido, donde a duras penas se podían leer las letras de sus canciones, casi ninguna completa, y ni rastro de la música.
 

Safo y su paisano Alceo
 
Las canciones de Safo trataban sobre su vida, su hija, sus alegrías y desalientos, sus amigas, sus impresiones ante un bello paisaje, ante una noche estrellada… pero sin duda las que le han dado más fama han sido sus canciones de amor. Y tenemos la suerte de conservar la letra (aunque solo el comienzo) de la que quizás fue su canción más famosa, la misma que el poeta romano le tradujo a su amada. Trata sobre los efectos del amor, lo que sienten los que se enamoran en cuanto ven a la persona amada. Y la canción de Safo, aunque no tengamos ya la música, aunque solo conservemos sus primeras estrofas, sigue conmoviendo, porque los enamorados, en los días de Safo como en los nuestros, cuando se miran, siguen sintiendo lo mismo.
 
Esta canción se escribió hace más de 2.500 años en una pequeña isla del Mediterráneo, y, con permiso del músico Alceo, amigo y admirador de su paisana Safo, es una de las más antiguas canciones de amor escritas en Europa que hayan llegado hasta nosotros. Se puede, pues, decir, que para nosotros, para los que vivimos en Europa, es la primera canción de amor.
               Me parece que es igual a los dioses
                          el hombre aquel que frente a ti se sienta
y a tu lado absorto escucha mientras
dulcemente hablas
 
y encantadora sonríes. Lo cual a mí
el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo
ya decir palabra.
 
            
              Al punto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,
 
me invade un frío sudor y toda entera
      me estremezco; mas pálida que la hierba
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz.
                                                                           (Lyrics and music by Sappho)
 
La figura de Safo de Lesbos ha inspirado películas y novelas.


  
 

 
 


 
 
 



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