Presentamos el blog

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Un grupo de profesores y profesoras muy próximos a la Biblioteca tomamos la iniciativa de confeccionar este blog que se presenta con la finalidad de compartir experiencias en torno a la lectura. Es intención de los creadores de este blog que sea abierto a toda la Comunidad Educativa, tanto en la confección de las entradas como en los comentarios que puedan hacerse sobre los temas que se traten. Os invitamos a participar y convertiros en sus protagonistas.

domingo, 25 de octubre de 2020

100 AÑOS DE MIGUEL DELIBES

 Si siguiera vivo, el pasado 17 de octubre habríamos felicitado a Miguel Delibes por cumplir 100 años. No es así, pero afortunadamente el escritor sigue vivo en las historias y personajes que creó. El legado literario de este escritor vallisoletano es impresionante: más de 50 novelas en las que el autor muestra unas dotes excepcionales para captar ambientes y personajes con una prosa rica en vocabulario y en registros y unas técnicas narrativas innovadoras que contribuyeron a la revitalización de la novela española durante el siglo XX. Todas sus obras, desde la primera (La sombra del ciprés es alargada) hasta la última (El hereje) encierran un profundo humanismo y una sincera empatía ante las injusticias y egoísmos. Especial relevancia en su obra tienen las historias que transcurren en el mundo rural (El camino, Las ratas, Los santos inocentes...), en las que Delibes vuelca su conocimiento de la tierra y sus gentes. 

La celebración de esta efeméride es una oportunidad estupenda para empezar a conocer o ampliar el conocimiento del universo Delibes. Para que os animéis a su lectura aquí van algunas recomendaciones: 







La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes (fragmento)

"El valle, en rigor, no era tal valle, sino una polvorienta cuenca delimitada por unos tesos blancos e inhóspitos. El valle, en rigor, no daba sino dos estaciones: invierno y verano y ambas eran extremosas, agrias, casi despiadadas. Al finalizar mayo comenzaba a descender de los cerros de greda un calor denso y enervante, como una lenta invasión de lava, que en pocas semanas absorbía las últimas humedades del invierno. El lecho de la cuenca, entonces, comenzaba a cuartearse por falta de agua y el río se encogía sobre sí mismo y su caudal pasaba en pocos días de una opacidad lora y espesa a una verdosidad de botella casi transparente. El trigo, fustigado por el sol, espigaba y maduraba apenas granado y a primeros de junio la cuenca únicamente conservaba dos notas verdes: la enmarañada fronda de las riberas del río y el emparrado que sombreaba la mayor de las tres edificaciones que se levantaban próximas a la corriente. El resto de la cuenca asumía una agónica amarillez de desierto. Era el calor y bajo él se hacía la siembra de los melonares, se segaba el trigo, y la codorniz, que había llegado con los últimos fríos de la Baja Extremadura, abandonaba los nidos y buscaba el frescor en las altas pajas de los ribazos. La cuenca parecía emanar un aliento fumoso, hecho de insignificantes partículas de greda y de polvillo de trigo. Y en invierno y verano, la casa grande, flanqueada por el emparrado, emitía un “bom-bom” acompasado, casi siniestro, que era como el latido de un enorme corazón...."


Los Santos Inocentes, de Miguel Delibes (fragmento)

¿y qué me dices de tu cuñado, Paco, ese retrasado, el de la granja? Tú me dijiste una vez que con el palomo podía dar juego, y Paco, el Bajo, ladeó la cabeza,
el Azarías es inocente, pero pruebe, mire, por probar nada se pierde,
volvió los ojos hacia la fila de casitas molineras, todas gemelas, con el emparrado sobre cada una de las puertas, y voceó,
¡Azarías!
y, al cabo de un rato, se personó el Azarías, el pantalón por las corvas, la sonrisa babeante, masticando la nada, …



Fragmentos de Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes

[...] Pero qué sabes tú de caridad? Prefiero no acordarme de tu conferencia, Mario, y todavía, venga, "eso son pataletas lógicas, no te preocupes, ya se la pasará", ¿Habrase visto egoísmo? ¡Cínico, más que cínico¡, perdona, Mario, cariño, que no sé lo que me digo, que me pongo como loca cada vez que pienso en el traje que tenía pensado, con el talle un poco alto, de corte princesa, que hubiese dado el golpe, seguro, fíjate, que los hombres no tenéis ni idea de lo que eso significa para una mujer. Pero es igual, tú tieso en tus trece, que a buena hora si me lo dices al hacernos novios, da gracias a que después de la pedida yo no podía dar la campanada, que si no [...]

En teniendo con qué alimentarnos y con qué cubrirnos, estemos con eso contentos. Los que quieren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en muchas codicias locas y perniciosas que hunden a los hombres en la perdición y en la ruina, porque la raíz de todos los males es la avaricia, y por eso mismo me será muy difícil perdonarte, cariño, por muchos años que viva, el que me quitaste el capricho de un coche. Comprendo que a poco de casarnos eso era un lujo, pero hoy un seiscientos lo tiene todo el mundo, Mario, hasta las porteras si me apuras, que a la vista está. Nunca lo entenderás, pero a una mujer, no se como decirte, le humilla que todas sus amigas vayan en coche y ella a patita, que, te digo la verdad, pero cada vez que Esther o Valentina o el mismo Crescente, el ultramarinero, me hablaban de su excursión del domingo me enfermaba, palabra.


Las ratas, de Miguel Delibes (fragmento)

El Nini siguió avanzando por la calleja solitaria, arrimado a las casas para eludir el lodazal. Restregaba la moneda que portaba en la mano contra los muros de adobe y al llegar a la primera esquina examinó el brillo nacido en el borde con pueril fruición. El barrizal era allí más espeso, pero el niño lo atravesó sin vacilar, sumergiendo sus pies desnudos en el cieno entreverado de estiércol y escíbalos caprinos, en la pestilente agua estancada de los relejes. Cruzó el pueblo y antes de divisar los establos del Poderoso oyó la voz caliente de Rabino Chico charlando con las vacas. El Rabino Chico estaba al servicio del Poderoso y tenía fama de comprender el lenguaje de los animales.

El Rabino Grande, el Pastor, y el Rabino Chico, el Vaquero del Poderoso, eran hijos del Viejo Rabino, el que, al decir de don Eustasio de la Piedra, el Profesor, era una prueba viva de que el hombre provenía del mono. En efecto, el Viejo Rabino tenía dos vértebras coxígeas de más, a la manera de un rabo truncado, y el cuerpo cubierto de un vello negro y espeso, y cuando se cansaba de andar sobre los pies podía hacerlo fácilmente sobre las manos. Por todo ello, don Eustasio de la Piedra le invitó por San Quinciano, allá por el año 33, a un Congreso Internacional, sin otra mira que demostrar ante sus colegas que el hombre descendía del mono y que aún era posible encontrar ejemplares a mitad de la evolución. Después de aquello, don Eustasio le llamaba a la capital cada vez que recibía una visita de cumplido y le hacía desnudar y dar vueltas sobre las manos, muy despacito, encima de una mesa. Al principio, el Viejo Rabino sentía vergüenza, pero pronto se habituó e incluso permitía que don Eustasio, que era un sabio, le tentara las dos vértebras coxígeas sin inmutarse. A partir de entonces, cada vez que un forastero mostraba interés por su particularidad, el Viejo Rabino se soltaba la pretina y se la enseñaba.

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